domingo, 2 de noviembre de 2008

Llegada a la Isla


El 3 de Septiembre, como he mencionado anteriormente, aterrizó el vuelo VS063 de Virgin Atlantic en el aeropuerto José Martí de la ciudad de La Habana, situado 25 km al sur de la ciudad.

Previamente a la llegada a la isla, y con la compañía de Rada, visité a los compañeros Eva, Marcos, Telmo, Iñigo, Gorka y Amaya en Donostia. Nunca antes había estado en la ciudad y me llevé una impresión muy agradable, y debo agradecerle a Marcos por ejercer de guía y a Iñigo por su hospitalidad, donde en su casa nos sentimos como reyes. Despues de poco más de 24 horas en la ciudad, nos fuimos a la ciudad Condal en un bus de Vibasa, en el que dormí mucho más que otras veces. Lo peor del viaje fue que perdí mi precioso monedero que conservaba desde hacía varios años, tan difícil de encontrar ahora.

En Barcelona llegamos temprano y fue un día bastante cansado, aunque lo disfruté. Despues de recorrer las calles de la Ciudad Condal y hacer algunas compras, visitamos la Pedrera. Me arrepiento bastante de no haberla visitado antes, ya que me impresionó bastante que una arquitectura tan antigua parezca tan moderna. Creo que envidio a toda la gente que vive en ese edificio. Despues de eso comimos en la UPF con María (LOL, para más señas) y allí nos encontramos también con Anne y Arman, americana y turco que están pasando una temporada por la ciudad. Despues de un día largo y de haber caminado bastante por la ciudad me dirigí a Sants para recoger la mochila e irme para el aeropuerto. El vuelo de easyjet fue corto (me lo pasé durmiendo) y llegué a Gatwick para seguir durmiendo. Allí me esperaba Gerónimo, el chico de mi universidad que me iba acompañar en mi estancia en Cuba. Cuando me desperté por la mañana para facturar la maleta y cruzar el charco hubo un detalle que me encantó: por una libra te puedes duchar allá, nada mejor despues de pasar una noche allá. Virgin Atlantic esta vez me desilusionó un poco: a pesar de que el Check-In es bastante rápido y que son muy agradables, el avión era mucho más antiguo del que me llevó a NY y la TV tenía muchas menos opciones. Por lo menos los refrigerios y comidas fueron buenas y abundantes.
Tocó el momento de llegar: desembarcamos y fuimos a pasar el control de seguridad mientras veíamos en la TV cubana (una plasma con mala recepción) una ventrilocua imitando a Pinocho. Tras estamparnos el permiso de entrada fuimos a recoger la maleta, donde todo era un caos y las dos cintas de equipaje, que a pesar de indicar que provenían de distintos destinos, ambos venían de Londres, con los que todo era un "big mess". Salimos de allí y despues de entregar el papel de aduanas certificando que no llevabamos pornografía ni otros materiales peligrosos para el país, salimos al hall. Allí, intentando evitar a taxistas y demás familia, nos dirigimos a cambiar dinero. Una vez hecho, nos subimos al taxi "de los buenos": un 307 SW por el que pagamos 20 €, el sueldo de uno o dos meses de algunos cubanos.

Llegamos a la residencia y allí nadie nos esperaba, y la verdad es que la primera impresión fue de "vámonos de aquí", ya que eso parecía una pequeña impresión. Los responsables de educativo empezaron a investigar sobre nosotros: que hacíamos allí, quien nos había mandado, que ibamos estudiar, porque no nos ibamos a la residencia de extranjeros,....A pesar de todo esto, siempre fueron muy amables con nosotros. En el medio de todo esto conocimos a uno de los jefes, que tras hacer defensa de la revolución, defender que vivía en un país tercermundista y recordarme las relaciones hispano-cubanas desde los reyes católicos, nos puso a disposición de Francis. Este fue uno de los que más nos ha ayudado hasta ahora, y a pesar de que nuestra habitación no llega a un cuarto de estrella, estamos bien comparado con otros edificios y su decisión de ponernos a vivir con estudiantes de turismo fue una gran decisión.
Siguiente capítulo, la habitación....

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