domingo, 23 de noviembre de 2008

Guagüeando

Tras la experiencia de haber vivido y visitado varios países tengo mi teoría de que una guagua/bus es un buen lugar para observar a la gente de un país. En ella ves como la gente se comporta en un entorno normal, tanto los que van dentro de ella como los que van fuera.

He comentado a algunos compañeros que la guagua en Cuba (y hasta se puede decir lo mismo de Polonia) es como una persona que se ha tomado una comilona y le traen el postre: parece imposible que quepa más y sin embargo cabe hasta límites que no se pueden imaginar. Una persona puede estar asfixiado en el medio de la gente, no viendo más de 10cm2 libres y tras oír la mágica frase del chofer "¡vamos señores, que la guagua está vacía!". En este momento los pasajeros se aprietan más y sigue entrando gente, incluso hasta el punto de que la guagua arranca con las puertas abiertas, tal vez como medida psicológica para que los usuarios se aprieten aún más.

La vida dentro de estos artilugios se vuelve interesante, hasta el punto de que puede alegrarte o destrozar tu día. Empecemos por lo último: ayer me sucedió por primera vez en mi vida un intento de robo dentro de una guagua: un hombre que insistió en que no hacía falta que me moviera de mi posición en la guagua, tras ocultar la visión de mi mochila con su chaqueta en la mano izquierda intentó con la mano derecha abrir la cremallera y llevarse todo (por suerte, ese fue uno de los días en los que menos cosas llevé, ahorrándome el disgusto de no volver a ver mis carteras, MP3, pasaporte y gafas de sol). Una vez que me enteré y me di la vuelta en el colapsado autobús llamó a su socio para que se levantara e intentara mirar si tenía algo en los bolsillos, pero tras darme cuenta obstaculicé la mano del hombre frustrándolo. Para acabar, cuando me bajé me preguntaron si era mi última parada. Como decía uno de los jefes supercomunistas de la beca, esto no es Haití o Brasil, donde en algunas ciudades hombres armados paran el autobús para desvalijarlo (el hombre decía exactamente que en Cuba se robaba con la inteligencia, no con las armas).

Volvamos a la parte buena. Tras llegar a la parada y gritar "¡Último!" para conseguir un sitio en la cola, como mandan las tradiciones locales, te subes a la guagua. Cuando estás entrando siempre te animan a que te desplaces y quepa más gente. A parte de las medidas anteriormente mencionadas puede que el chofer te estimule con un cómico "¡Chico, pega el culo a la mulatita, que no hace daño!", o quizás algo parecido como "Señores, esto no es su casa, aquí tenemos que caber todo". Qué razón tenía aquel chofer que le molestaba que le llamaran así y pedía ser llamado "Licenciado en transportación masiva". Hay que decir también que aquí se fomenta el trato con la gente, ya que muchas guaguas no tienen cambio y la gente se arreglan entre ellos para, a la hora de pagar, no tener que pagar el doble del pasaje y conseguir dinero para el siguiente viaje (la tarifa son 0'40 CUP, pero conseguir monedas de menos de 1 CUP es difícil).

Lo mejor es cuando los cubanos se sienten inspirados. No es la primera vez que tras quitarme los cascos del MP3 veo como la mayoría de la gente está entonando una canción exitosa y sientes que en él hay más estéreo en la guagua que en tus auriculares. Se puede ver como el chofer le echa los tejos a la mujer de turno con un original "calienta agua que a las 6 estoy en casa" o como la gente se pone a discutir sobre el precio de productos. Tampoco es raro ver como una mujer, después de un tocamiento involuntario, la emprende a golpes con el culpable. Una de las situaciones más cómicas que nos ha ocurrido ha sido cuando, volviendo a las 3 AM de la playa y tras hacer escala en uno de los lugares más peligrosos fuera de Ciudad Habana, nos subimos a una P1 para "salvarnos", cuando tras un rato un grupo de locas (gays) empezaron a ligar con mi compañero bailando alrededor de él y cantándole canciones como "Me olvidé de ti, y ahora me encuentro sola entre la multitud". Mi pobre compañero fue víctima de nuestras burlas durante largo tiempo.

Para terminar, una de las cosas que más me gustan es ir en la guagua de noche a la vuelta del teatro o cine, cuando te sientes como en el medio de un film y ves a los enamorados en su mundo y grupos de amigos con buena onda vacilándose entre ellos y pasando un buen rato.

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