Descubriendo Cuba

miércoles, 11 de febrero de 2009

Santa Clara


Voy a intentar resumir brevemente Santa Clara. Esta ciudad es famosa por su relación con el Che, ya que en ella se realizó la única batalla dentro de una ciudad de toda la revolución (La Habana y Santiago de Cuba se rindieron, por lo que no hizo falta derramamiento de sangre). El que comandó el frente que luchó en esta ciudad fue el Che, por lo que su tumba está allí desde 1997 (cuando se repatriaron sus restos desde Bolivia), donde está su famosa estatua. Hay además otra estatua más pequeña de él saliendo de un edificio con un niño en brazos. Pero lo más célebre de la ciudad es el monumento al tren blindado descarrilado al que canta Silvio Rodríguez, el cual estaba destinado a llevar armas a Oriente pero fue interceptado por el Che, el cual con su acción dió el último paso para el triunfo de la revolución.

Santa Clara no es una ciudad totalmente turísitica, a pesar de que hay mucho tours de un día para visitar el mausoleo y el tren blindado. Lo bueno de pasear por sus calles es una especie de calma rara en las ciudades, donde pasean coches de caballos y motocarros. Cualquiera de estos 2 no es una mala opción, pues por menos de $1 se puede dar un paseo tranquilamente y contemplar parte de la vida diaria. Se puede decir que el centro de la ciudad es el hotel Santa Clara Libre, y este se puede ver desde cualquier rincón gracias a la antena de comunicaciones próxima a este. Este fue el sitio donde nos alojamos, puesto que al ser el día siguiente a la celebración de la parranda de Remedios los otros viajeros se habían apropiado de las casas particulares que había en la ciudad. Lo peor de este hotel es el desayuno: creo que se podía usar el pan como un arma de fuego.

La suerte que tuvimos en la ciudad fue de haber conocido a una chicas españolas de Barcelona que estan estudiando allá y que habíamos conocido en Baracoa. Estas nos llevaron al Megunje, un local donde los estudiantes de la ciudad acudían a presenciar conciertos y bailar durante toda la noche. No había visto nada parecido en la Habana, y tras ver eso y la vida de la ciudad donde la gente no acudía a ti por ser un turista, me arrepentí hasta un punto de no haber solicitado estudiar en esa ciudad.

Despues de recorrer la villa viendo sus mercados, sus calles y sus monumentos decidimos hablar con un conductor para que nos llevara a Trinidad, y lo conseguimos por $60. Fue bastante complicado, pues al ser las 2 de la tarde y ser 6 personas nadie quería llevarnos. Finalmente se convirtió en uno de esos viajes que no olvidas: fuimos en la parte trasera de un antiguo 4x4, hablando, bebiendo y divirtiéndonos mientras cruzábamos el Escambray. A pesar de que casi no cabíamos y el suelo estaba lleno con nuestro equipaje y la gran rueda de repuesto, y encima de todo eso nuestros pies, llevamos sanos y salvos a la fabulosa Trinidad.
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Jardines del Rey


Jardines del Rey es probablemente una de esos conjuntos de islas que aparecen en las películas, situados lejos de la isla y con aeropuerto propio, donde solo hay hoteles y playas paradisíacas.

Despues de la agotadora parranda de Remedios alquilamos entre varios una pequeña furgoneta-taxi que nos llevo durante todo el día a la playa y nos llevó de vuelta a Santa Clara, por un módico precio de 10 € por cabeza (hay que decir que se recorrió unos 100 km, por lo que no está mal). Para llegar allá pasamos por el pequeño pueblo de Caibarien, destruido por el turismo de las islas, donde solo hay gente que trabaje allí. Al pasar este pueblo empieza un pedraplén de 17 km, que conecta la isla con los cayos, empezado a costruir a finales de los 80 (hay que reconocer lo previsores que fueron los gobernantes de entonces, empezando a preparar el turismo antes de que el muro cayera). Este pedraplén es bastante impresionante (aunque no tanto como el que une Miami con Key West (Cayo Huesto).

Tras recorrer embobados el pedraplén empezamos a pasar los primeros cayos, donde estaban los hoteles y el aeropuerto, para llegar a Cayo Santa María. Hay que decir que los pocos hoteles (y muchas plazas hoteleras) son carísimos, ya que están diseñados para acoger a grupos de turistas que vienen casi exclusivamente a pasar sus días de descanso dentro de las islas, por lo que como en cualquier complejo turísitico de nivel alto, no se van a encontrar casas). La entrada a la playa a la que fuimos era bastante desalentadora, pues no estaba pavimentada y parecía que ibamos llegar a una de estas playas donde nadie quiere ir.

Finalmente llegamos a la playa, siguiendo señales de madera poco visibles, y nos llevamos una gran sorpresa al ver que la playa era totalmente paradisíaca. Poca gente, agua cristalina, extensa, sin terreno a la vista, ideal. El único problema, como en la mayoría, es la poca profundidad, donde no podíamos sumergirnos por completo salvo que fueras una larga distancia hacia adentro. Por lo demás, un buen sitio para descansar y donde desconectar del mundo. Próximo destino: Santa Clara.

P.D.: La foto no refleja la belleza de la playa, como pasa en muchas otras ocasiones.
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Remedios


Remedios es una de esas villas que te sorprende por muchos aspectos. Llegamos allá después de un largo viaje desde Santiago de Cuba, pasando unas horas durmiendo en la estación de autobuses de Santa Clara. Por la mañana, y tras intentar conseguir un buen precio, un taxi nos llevo hasta la villa de Remedios. Allí se celebraba la parranda de Remedios, donde desde la tarde hasta el amanecer hubo fuegos artificiales, superado nuestras expectativas.

No se explicar muy bien la historia, pero parece ser que hay dos bandas en la ciudad (los gallos y las águilas/halcones (no recuerdo muy bien que tipo de ave era) y el ganador es el que más ruído haga. Y esto realmente se cumple: primero se tiran fuegos artificiales, pero en poca cantidad, y despues empieza la gran fiesta: en estructuras de madera se ponen voladores (petardos) y con estas estructuras rodean toda la plaza (que no es pequeña), conectándolas entre ellas, con lo que se prende la mecha en una esquina y comienza un espectáculo que te deja atónito y sordo. Y esto se repite muchas veces, competencia entre los dos bando de las ciudad.

Aparte de esto el ron, la cerveza y el cochinillo (bastante apetitoso por cierto, por solo 0'20€ el bocadillo) corre hasta que amanece el otro día, y la fiesta está por toda la ciudad, con lo que el día siguiente se puede considerar perdido, salvo que vayas a la playa.

Además hay que tener cuidado de los carteristas, porque en ese día vienen de distintos lugares a la redonda, y la mayoría de los turistas se encontraron con que le faltaban las pertenencias: por eso en Cuba es totalmente recomendable, en caso de ir a aglomeraciones, una riñonera por debajo de la ropa (money belt), lejos de las manos ajenas.

Por último, para el futuro visitante, hay que recomendar que reserve el alojamiento con meses de antelación, pues ese día la ciudad se llena y hay que acudir a establecimientos no legales, donde nosotros no tuvimos ningún problema.
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lunes, 9 de febrero de 2009

Santiago de Cuba

Cuando una va en la guagua llegando a Santiago de Cuba, puede que se ponga a pensar como es esta ciudad. La mayoría de los grandes acontecimientos que han ocurrido en Cuba relacionada con la independencia o la Soberanía del país han ocurrido aquí, sobretodo la famosa revolución. Me puse a imaginar como sería esta ciudad, probablemente diferente de la superturística Habana. Pero cuando salí de la estación de Viazul lo que me esperaba era un ejército de combatientes destinados a que los contrataramos como taxistas. Esa sensación ha sido para mi lo más parecido a ser famoso, donde solo faltaban los flashes.

Tras evitar a toda esta gente caminos un poco en busca de tranquilidad y esperando orientarnos un poco. Entonces decidimos coger el taxi con calma e ir a nuestro destino: el tranquilo barrio de Vista Alegre (que comparte el mismo nombre del barrio donde he vivido durante 3 años en el otro Santiago). Llegamos alli por recomendación de un compañero que me comentó que esa es la zona más tranquila comparado con el peligroso centro o parte antigua. Además nos llevamos un gran impacto al ver que la habitación no tenía nada que ver con la que habíamos dejado en Baracoa. Esa zona era bastante glamurosa antiguamente, y no estabamos muy lejos de la antigua residencia de los Bacardí donde incluso se podía ver su antiguo avión. Esa noche decidimos irnos de fiesta al centro de Santiago, y en ese momento decidimos buscar una casa para el dia siguiente, puesto que no parecia nada peligrosa y además estabamos más cerca de todo.

Para divertirnos esa noche fuimos a cerrar un restaurante que había en moneda nacional, donde nos sirvieron los últimos platos que tenían disponibles. Despues de ello fuimos a pasar un buen rato a la turísitica Casa de la Trova, llena de viajeros animosos de mejor su arte al bailar. Esa noche, aparte de bailar con viejas de 60 años, acabamos conociendo un montón de gente. Al día siguiente llegamos a la nueva casa, donde el dueño era el doble de Morgan Freeman y según él, era un guionista de un famoso programa sobre la historia de la ciudad. Al principio nos llevamos buena impresión, pues hasta la habitación tenía un diseño de duplex bastante bueno, con una terracita fuera donde combinabamos por las noches los Cohibas y el Havana Club. Despues, el hombre era bastante rácano y nos intentó sacar dinero por donde pudo, hasta el punto que el último día nos desapareció nuestra ropa misteriosamente. No hay que negar tampoco, que el desayuno era bastante variado y la carne de la cena deliciosa.

En Santiago de Cuba se respiraba un aire diferente al resto de la ciudad, donde la gente era más amable que en la Habana, donde a veces hablaban contigo sin interés y donde había cierta tranquilidad. Se puede decir que es una ciudad donde se puede pasar un buen rato sin agobiarse. En la ciudad se pueden admirar sus calles, hacer el recorrido de la Lonely Planet y sobretodo, no debe perderse la oportunidad de tomar un mojito en el tejado del Hotel Granda, donde se puede admirar la esplendida puesta de sol.

Uno de los símbolos de la ciudad ha sido y es el antiguo Cuartel Moncada, hoy en día la ciudad escolar 26 de Julio, donde se puede decir que empezó la revolución con el frustrado (y desorganizado) ataque a este cuartel. Este es un museo bastante bueno, de los mejores del país, y se debería ir a el algo informado, aunque también puede valer como introducción. Enfrente al cuartel se puede ver una fuente bastante original, con forma de cuba en la parte superior, donde se representa al héroe del ataque Abel Santamaría y al omnipresente Martí.

Otra de las visitas de una tarde que se deberían hacer, aunque quede algo lejos, es la visita al Castillo del Morro, donde a pesar de que es pequeño tiene unas vistas espectaculares, rodeado del mar Caribe donde transitan tiburones y donde, según han comentado, rodaron unas secuencias de la última parte de Piratas del Caribe. Además fue curioso que para llegar hasta allá, despues de hablar con el conductor de un camión de pasajeros, llegamos al castillo pagando $4.

Finalmente, debería recomendar ir de fiesta al edificio del restaurante Matamoros, donde hemos bailado el mejor reggaeton de la isla, rodeados exclusivamente de cubanos, donde la temperatura subió bastante.
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miércoles, 4 de febrero de 2009

Baracoa

Tras un viaje de 20 horas recorriendo 1000 km desde la Habana en una guagua de Astro (relatado en la entrada anterior) llegamos por fin a Baracoa. Esta ciudad fue la primera que fue fundada en la mayor de las Antillas en 1511 , incluso antes que Bayamo (1513), Sancti Spiritus (1514) Santiago de Cuba (1515) o La Habana (1519). Todas estas ciudades fueron fundadas por Diego Velázquez (¡no es el pintor!)

Eras las 7 am y salimos de la estación esquivando a los bicitaxis para continuar por el Malecón. Pudimos apreciar la destrución causada por el huracán Gustav en Septiembre. El Malecón, a pesar de no ser el habanero, es un sitio bonito para relajarse y apreciar el paisaje que rodea a la ciudad. Desde allí era bastante complicado encontrar las calles, pues no había señalizaciones (aunque posteriormente descubrimos que en el medio de la ciudad había). Tras dar varias vueltas llegamos a nuestra casa colonial, regentada por Yalina y Gustavo. A pesar de que aun no eran las 8 de la mañana, Yalina nos sirvió un delicioso desayuno, donde todo lo que nos sirvió no cabía en la mesa, por el precio de 3 CUC. Este fue completamente revitalizante, y las camas en las que dormimos eran una maravilla comparada con los colchones de 20 cm de la beca (residencia de estudiantes).

Al levantarnos fuimos dar una vuelta por la ciudad, primero por el centro y despues recorriendo todo el Malecón y la playa de arenas negras que estaba detrás de la ciudad, donde vimos que la ciudad tenía vida y donde adquirí en la bodega el único café que pude adquirir en una bodega en toda la isla. A pesar de que la ciudad se vuelve algo más pobre hacia la zona del puerto, era un lugar bueno para dar un paseo y ver la auténtica vida Cubana. Ese día usamos para alimentarnos la moneda nacional, para comer una pizza de 5 CUP (no muy buena, pero el desayuno había sido magnífico) y para cenar fuimos a un restaurante que llevaba por nombre el año de fundación de la ciudad, 1511. Allí pagamos alrededor de 210 CUP en una comida para 3 (sobre 7'50 €, aunque al día siguiente nos enteramos que habíamos pagado casi el doble de lo que correspondía), y comimos ensalada, bistec de res, arroz, ...Una buena cena.

Otra de los puntos claves de Baracoa es la vida nocturna: no es que sea abundante, pero hay pocos viajeros y es más fácil conocer a gente, primero en un lugar tranquilo oyendo música en vivo (o del equipo de música) y despues moviéndose a un lugar más animado o al Malecón, que es más romántico. La casa de la música está bien para bailar o ver la música, y El Ranchón, una vez que se evitan a los jineteros, un buen lugar para bailar.

Al día siguiente decidimos ir dar una vuelta por la playa, y acabamos conociendo a un par de hermanos (dudo que por casualidad, aunque puede ser) con los que acabamos atravesando un largo puente encima de una bahía para llegar a un pueblo de pescadores y dirigirnos a lo alto de una pequeña loma, donde nos dieron a probar frutas típica de Baracoa y aprovecharon para vendernos artesanía. Vivían en una casa humilde, donde había unos cerdos bastante buenos y otros animales. Despues el padre de la gente que conocimos nos llevó a un mirador artesanal para ver la Punta de Maisí, la punta oriental de Cuba (dicen que se podía ver Haití en días claros, pero lo mismo dijeron cuando estabamos en Key West respecto a Cuba). Despues de eso descendimos unas rocas para llegar a la cueva del agua, donde nos pegamos un baño y descubrimos en las piedras restos prehistóricos.

El siguiente día decidimos escalar el alto del Yunque, de 700 metros. Escogimos a un hombre que nos llevaría allá, y para eso nos alquilamos unas bicicletas. Antes de llegar al parque, pasamos por la fabrica de Chocolate "Che Guevara" (la mayoría del chocolate Cubano viene de esta zona) y despues nos dirigimos a la entrada del Yunque. Allí la persona con la que habíamos tratado la excursión habló con un guía oficial, el cual decidió aceptar con la condición de repartirse el dinero (el haría la excursión de forma no oficial). Despues de eso vino una bonita subida, que vale la pena hacer. Cruzamos ríos (con el agua por la cintura), vimos campesinos que vivían en las montañas, vimos una escuela casi aislada con paneles solares, tomamos café en una casa tradicional de un guajiro, tomamos mandarinas naturales,...Todo esto mientras esquivabamos a los guías oficiales (si los encontraban, se quedaban sin trabajo; si no los encontraban se sacaban como extra el salario de un mes y medio). En la subida vimos también paisajes preciosos, animales tropicales y al llegar arriba vimos la estatua de bronce del libertador cubano Antonio Maceo. Desde allí las vistas eran increibles, y vimos Baracoa y la punta de Maisí desde una vista mucho mejor.

Si la súbida estuvo caracterizada por las veces que nos escondimos de los guías oficiales, la bajada lo fue por mis múltiples caídas, ya que mi calzado no era adecuado y la tierra estaba húmeda despues de la lluvia que nos acompañó en la súbida. Me llené de barro muchas veces y me limpie al cruzar un rio que pensabamos que nos arrastraría por su gran caudal. Llegamos al punto inicial despues andar muchisimo despues de que nos cogiera la noche y bajo una lluvia fuerte. Despues de coger las bicicletas y realizar un último esfuerzo nos dirigimos a nuestra casa particular, donde la atenta dueña nos preparó los mejores bocadillos que hemos tenido (por el hambre que teníamos) y nos lavó nuestra enfangada ropa (3 veces!).

Poco más hay que contar de Baracoa, salvo que fue para mi el mejor viaje que he tenido en la isla, posiblemente porque fue el principio. Aún así, totalmente recomendable.
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Astro vs Viazul

Cualquier persona que se dee un paseo por el Malecón Habanero podrá observar que hay casi más buses que taxis. Esto es bastante normal, pues la gran mayoría de los turistas llegan a Cuba con un paquete todo incluido y el Malecón es la principal arteria turística de la ciudad. Si se observas la compañías a las que pertenecen las guaguas (autobuses), estos pertenecerán principalmente a Transtur, Transgaviota, Viazul y, en menor medida, Astro. Las dos primeras son para transporte de grupos que vienen con el pack y pertenecen respectivamente al estado y al ejército. Las dos últimas son para el transporte regular de pasajeros, y están programadas (respectivamente) para el transporte de turistas (divisa o CUC) y de los nativos (en CUP o pesos cubanos).

La gran mayoría de ellas son de la marca Yutong, marca China en la que se que Cuba se ha apoyado para renovar la gran mayoría de las guaguas, tanto metropolitanos como larga distancia, con lo que ahora es casi imposible sacarse la foto con los famosos camellos, a menos que se visite una localidad más pequeña y menos turística.

Pero hoy me gustaría centrarme en las diferencias de viajar en Astro o en Viazul. Recordemos que desde hace un par de años, y a pesar de que algunos carteles aún lo indiquen, los turistas no pueden viajar en Astro, ya que antiguamente se solían reservar un par de plazas para ellos, y los únicos extranjeros que se pueden subir a ellas son aquellos con carnet de residente cubano.

Tuve la oportunidad de viajar en Astro en el viaje más largo que se puede realizar en la isla: Habana-Baracoa, un viaje de 20 horas hasta la ciudad primada de Cuba con un recorrido aproximado de 1000 km. Para obtener el ticket, por el que pagué 208 pesos cubanos (aproximadamente 7'20 €), tuve que hacer una larga cola 2 meses antes del viaje (fue a mediados de Diciembre) de una hora y tuve la suerte de ser extranjero y caer mejor a la dependienta, por lo que tecleando algo más de lo normal me encontró un par de asientos libres.

Cuando llegó la hora del viaje, tuvimos que confirmar una hora antes del viaje que efectivamente ibamos a viajar para despues dejar nuestras cosas y subirnos a la guagua. Una vez dentro, uno de los dos conductores que nos iban a acompañar durante la ruta nos dio las instrucciones para el viaje:
  • Se iban a realizar varias paradas durante el camino, tanto para comer como para cenar (no estuvieron mal los sitios, por supuestos todos en CUP), y para fumarse el cigarrito.
  • Pasos de como mover la cortina.
  • Prohibido comer dentro de la guagua.
  • Nos explico todo el trabajo que tenian que hacer los conductores y sus esposas para lavar las cortinas.
  • Nos recomendaron no usar el baño, y hacer nuestras necesidades durante las paradas establecidas, por el olor que podía causar.
  • Otras instrucciones menos triviales.
Al final la guagua fue bastante puntual y durante las últimas paradas (una vez en Baracoa) hizo de autobus metropolitano, moviendo a los nativos y a los escolares. Una de las cosas que más odie, y que también me sucedió en Viazul, es el sistema de refrigeración, del que tuve que protegerme con el saco de dormir (la excusa para no quitarlo es que si lo hicieran no se aguantaría con el olor). Fue bastante penoso ver como ancianos y niños no paraban de estornudar, no se como aguantaron los pulmones dentro del cuerpo. Hay que decir que notamos bastante sensación de calor cuando nos bajamos de la guagua sobre las 7 am.

Ahora viene Viazul, bastante más corto. Como los que hayan viajado con ellos sabrán, los tickets se pueden comprar tanto en hoteles, agencias turísitcas o en la propia estación, apartada de la estación central de la Habana donde es necesario tomar un taxi para llegar al centro si se viene de cualquier destino que no estee al oeste de la Habana. Quien haya reservado previamente el billete en la propia estación tendrá que hacer una pequeña cola para comprarlo, y una vez dentro de la guagua se podrá ver que no se da ninguna instrucción para el viaje. Aparte otra pequeña diferencia es que son algo más rapidos, tienen menos destinos que en Astro (aunque más frecuencia para lugares turísticos) y los baños, en vez de situarse en el medio, están al final de la guagua.

Se puede ver también como diferencia que en Astro hay mucho más contacto entre la gente como con el conductor, cuando en Viazul se establecen mayoritariamente conexiones bilaterales.

Para terminar hay que decir que Viazul hace las funciones de un hostal: como en Cuba no hay hostales, muchas veces la gente se conoce allí, y despues comparten varios viajes a través de la isla.
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El principio del fin

Ya estamos a 4 de Febrero, y ya han pasado 14 días desde que abandoné la isla.
Como mal blogger, debido a la falta de tiempo por examenes, de internet o bien por estar viajando he dejado este blog a un lado.

Ahora es hora de acabar el blog que un día empecé. Leer más...

domingo, 23 de noviembre de 2008

Emigrantes

La humanidad ha emigrado por siglos, especialmente en algunas regiones como Galicia o Cuba, donde parece que hay un intercambio de emigrantes con un siglo de diferencia. Muchos gallegos somos hijos de emigrantes y compartimos raíces con los Cubanos. Debemos recordar que acontecimientos importante de Galicia ocurrieron en el exterior, y aquí en La Habana fue donde se imprimió por primera vez Follas Novas de Rosalía de Castro y si mal no recuerdo fue también testigo de la primera vez que los gallegos oyeron su himno.

Desde que he llegado a esta isla he oído historias de emigración por cada esquina, tanto de exitosa como frustrada. He oído mil historia de Cubanos emigrados a Miami donde ahora viven con las comodidades que su tierra natal les prohibía, de aquellos que han intentado salir varias veces y no lo han podido conseguir, historias de balseros de los años 90, donde se llegaron a acumular 32000 personas en la Base Naval de Guantánamo hasta que un barco los llevara a la tierra prometida.

Hace unos días se fue la hija de uno de los que administra la beca en la que estamos viviendo. Emocionado me comentó como su hija en menos de una semana pudo ver como la gente llenaba en carro de la compra por 30€, donde la carne de res no era para ricos y donde recibió su primer móvil cuando llegó al aeropuerto. Además me comentaba la variedad de comida existente, ya que aquí la dieta se resumia a arroz, frijoles y poco más.

Ayer una chica me comentaba como su padre se fue a vivir a Miami, a pesar de lo mucho que quería Cuba. Me estuvo enseñando fotos donde él posaba con su nuevo coche, su ordenador, su piso bastante amplio, fotos en centros comerciales, parques de atracciones, lugares turísticos. Al dorso de cada foto iba un comentario sobre ésta. Le pregunté si había visitado al padre en alguna ocasión, y me comentó que ella no puede ya que cualquier persona de su edad (18 años) tiene riesgo de fuga del país. Cuando le pregunté si el padre la había visitado me recomendó que la administración de Bush solo permite una visita cada 3 años, y que en caso de que hiciera la visita por un tercer país correría el riesgo de una gran multa o ser expulsado del país.

Hubo un día que me impresionó mucho. Estaba paseando por el Malecón y decidí caminar alrededor de la famosa oficina de intereses. Esta zona está bastante vigilada y por lo tanto uno solo puede caminar y no pararse a observar. Un día vi a una mujer de unos 70 años salir de ésta, y de repente su familia que estaba alejada se acercó y se fundieron todos en un gran abrazo, donde la mujer no podía contener las lágrimas. Ahí pude oír la frase "Enhorabuena abuelita, que por fin vas poder ver a tus nietos". Al día siguiente un hombre me comentaba impotente que le habían negado varias veces una visa de visita, y que se había gastado alrededor de $1.000 en los procesos para la obtención de la visa. Al final me comentó: "No es fácil, ahora me la está negando los Estados Unidos, pero el día que me la acepten es muy probable que sea denegada por el gobierno Cubano".

Aquí acaba este post sobre emigración, ese fenómeno que separa familias para darle mayor bienestar a estas.

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La Odisea del Yuma

Cuando en el mes de julio me compré la Lonely Planet (insisto: la mejor amiga para cuando viajas, aunque no siempre hay que guiarse por ella) leía por cada esquina que iban a intentar estafarme por todas partes. De tantas veces que lo vi pensé que era una exageración y empecé a desconfiar de ello. Tan pronto como pisé suelo cubano lo empecé a sentir en carne propia. Al coger el primer taxi, que la guía decía que costaba 20 me cobraron 25, vendiéndome que me estaban haciendo un descuento de $5 (ahora me entero que se puede ir desde $15).

Días después, al salir a la calle a dar una vuelta y tomar un refresco, observé como estos se pagaban en moneda nacional. La mayoría de mis compañeros extranjeros me comentan como pagaron en CUC, 24 veces más su precio. De allí a una semana fui a la playa, y para coger la guagua di 5 pesos para que me cobraran lo de dos personas. Tras vernos la cara de extranjeros nos exigieron esa cantidad por cada uno, por lo que pagamos cada uno el pasaje de 13 personas. No fue la última vez que fuimos víctimas del transporte público, puesto que al subirnos al taxi para nativos hemos pagado 20 CUP en vez de los 10 correspondientes.

Lo que nos ha pasado alguna vez ha sido ir a un restaurante o cafetería y ver como hay un menú para extranjeros y otro para Cubanos, siendo el precio aproximadamente el doble. En uno de los cafés a los que más acudo al principio he pagado 1,15 CUC por un americano en el que ahora pago 5 CUPs, 26 veces menos. Después de eso nos hemos dado cuenta de que teníamos que desarrollar nuestra perspicacia, y activar nuestro sensor para evitar que la labia cubana desvalijara la cartera.

Hasta ahora he podido evitar pagar 6 veces más para cortar el pelo, 25 veces más para comprarme un periódico, entre 1 y 15 veces más por un libro, 2-3 veces más por suvenires y 4 veces más por puros. El otro día pude obtener un Cohíbas original a través de una chica en la universidad por 4 CUCs, cuando realmente cuesta más de 12. De hecho, el tema de los habanos es uno con el que más cuidado hay que andarse por aquí, tal como advierte el Lonely Planet. Una de las estafas más normales es que te ofrezcan puros por la calle, donde puedes ver que son bastante parecidos a los originales (vienen en cajas iguales y los anillos son casi idénticos); la diferencia es que para un inexperto que solo quiera llevar habanos para los amigos llevará un puro hecho con las hojas sobrantes y con un valor unas 50 veces menos.

Si alguien se ha acercado por el capitolio podrá ver también que frecuentemente, aparte de los habanos, les venden las famosas monedas del Che por 1 o 2 CUCs, pero realmente esta es la moneda de 3 CUP, 11 o 23 veces menos. A partir de ahí verán que venden muchas más cosas.

Se puede decir que en Cuba el extranjero es más un saco de $ que una persona, y cuando sea posible este será víctima del sobreprecio. Pero también hay que verlo desde el punto de vista del cubano: si ves que tu salario no es más de $15, ves que el acceso a ciertos alimentos como la leche, carne de res o huevos, sin contar la mayoría de los alimentos primarios y ves que un extranjero se gasta en un día lo que tu ganas en un año, el punto de vista cambiaría y uno se plantearía la redefinición del término robar en Cuba.

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Guagüeando

Tras la experiencia de haber vivido y visitado varios países tengo mi teoría de que una guagua/bus es un buen lugar para observar a la gente de un país. En ella ves como la gente se comporta en un entorno normal, tanto los que van dentro de ella como los que van fuera.

He comentado a algunos compañeros que la guagua en Cuba (y hasta se puede decir lo mismo de Polonia) es como una persona que se ha tomado una comilona y le traen el postre: parece imposible que quepa más y sin embargo cabe hasta límites que no se pueden imaginar. Una persona puede estar asfixiado en el medio de la gente, no viendo más de 10cm2 libres y tras oír la mágica frase del chofer "¡vamos señores, que la guagua está vacía!". En este momento los pasajeros se aprietan más y sigue entrando gente, incluso hasta el punto de que la guagua arranca con las puertas abiertas, tal vez como medida psicológica para que los usuarios se aprieten aún más.

La vida dentro de estos artilugios se vuelve interesante, hasta el punto de que puede alegrarte o destrozar tu día. Empecemos por lo último: ayer me sucedió por primera vez en mi vida un intento de robo dentro de una guagua: un hombre que insistió en que no hacía falta que me moviera de mi posición en la guagua, tras ocultar la visión de mi mochila con su chaqueta en la mano izquierda intentó con la mano derecha abrir la cremallera y llevarse todo (por suerte, ese fue uno de los días en los que menos cosas llevé, ahorrándome el disgusto de no volver a ver mis carteras, MP3, pasaporte y gafas de sol). Una vez que me enteré y me di la vuelta en el colapsado autobús llamó a su socio para que se levantara e intentara mirar si tenía algo en los bolsillos, pero tras darme cuenta obstaculicé la mano del hombre frustrándolo. Para acabar, cuando me bajé me preguntaron si era mi última parada. Como decía uno de los jefes supercomunistas de la beca, esto no es Haití o Brasil, donde en algunas ciudades hombres armados paran el autobús para desvalijarlo (el hombre decía exactamente que en Cuba se robaba con la inteligencia, no con las armas).

Volvamos a la parte buena. Tras llegar a la parada y gritar "¡Último!" para conseguir un sitio en la cola, como mandan las tradiciones locales, te subes a la guagua. Cuando estás entrando siempre te animan a que te desplaces y quepa más gente. A parte de las medidas anteriormente mencionadas puede que el chofer te estimule con un cómico "¡Chico, pega el culo a la mulatita, que no hace daño!", o quizás algo parecido como "Señores, esto no es su casa, aquí tenemos que caber todo". Qué razón tenía aquel chofer que le molestaba que le llamaran así y pedía ser llamado "Licenciado en transportación masiva". Hay que decir también que aquí se fomenta el trato con la gente, ya que muchas guaguas no tienen cambio y la gente se arreglan entre ellos para, a la hora de pagar, no tener que pagar el doble del pasaje y conseguir dinero para el siguiente viaje (la tarifa son 0'40 CUP, pero conseguir monedas de menos de 1 CUP es difícil).

Lo mejor es cuando los cubanos se sienten inspirados. No es la primera vez que tras quitarme los cascos del MP3 veo como la mayoría de la gente está entonando una canción exitosa y sientes que en él hay más estéreo en la guagua que en tus auriculares. Se puede ver como el chofer le echa los tejos a la mujer de turno con un original "calienta agua que a las 6 estoy en casa" o como la gente se pone a discutir sobre el precio de productos. Tampoco es raro ver como una mujer, después de un tocamiento involuntario, la emprende a golpes con el culpable. Una de las situaciones más cómicas que nos ha ocurrido ha sido cuando, volviendo a las 3 AM de la playa y tras hacer escala en uno de los lugares más peligrosos fuera de Ciudad Habana, nos subimos a una P1 para "salvarnos", cuando tras un rato un grupo de locas (gays) empezaron a ligar con mi compañero bailando alrededor de él y cantándole canciones como "Me olvidé de ti, y ahora me encuentro sola entre la multitud". Mi pobre compañero fue víctima de nuestras burlas durante largo tiempo.

Para terminar, una de las cosas que más me gustan es ir en la guagua de noche a la vuelta del teatro o cine, cuando te sientes como en el medio de un film y ves a los enamorados en su mundo y grupos de amigos con buena onda vacilándose entre ellos y pasando un buen rato.

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