miércoles, 4 de febrero de 2009

Baracoa

Tras un viaje de 20 horas recorriendo 1000 km desde la Habana en una guagua de Astro (relatado en la entrada anterior) llegamos por fin a Baracoa. Esta ciudad fue la primera que fue fundada en la mayor de las Antillas en 1511 , incluso antes que Bayamo (1513), Sancti Spiritus (1514) Santiago de Cuba (1515) o La Habana (1519). Todas estas ciudades fueron fundadas por Diego Velázquez (¡no es el pintor!)

Eras las 7 am y salimos de la estación esquivando a los bicitaxis para continuar por el Malecón. Pudimos apreciar la destrución causada por el huracán Gustav en Septiembre. El Malecón, a pesar de no ser el habanero, es un sitio bonito para relajarse y apreciar el paisaje que rodea a la ciudad. Desde allí era bastante complicado encontrar las calles, pues no había señalizaciones (aunque posteriormente descubrimos que en el medio de la ciudad había). Tras dar varias vueltas llegamos a nuestra casa colonial, regentada por Yalina y Gustavo. A pesar de que aun no eran las 8 de la mañana, Yalina nos sirvió un delicioso desayuno, donde todo lo que nos sirvió no cabía en la mesa, por el precio de 3 CUC. Este fue completamente revitalizante, y las camas en las que dormimos eran una maravilla comparada con los colchones de 20 cm de la beca (residencia de estudiantes).

Al levantarnos fuimos dar una vuelta por la ciudad, primero por el centro y despues recorriendo todo el Malecón y la playa de arenas negras que estaba detrás de la ciudad, donde vimos que la ciudad tenía vida y donde adquirí en la bodega el único café que pude adquirir en una bodega en toda la isla. A pesar de que la ciudad se vuelve algo más pobre hacia la zona del puerto, era un lugar bueno para dar un paseo y ver la auténtica vida Cubana. Ese día usamos para alimentarnos la moneda nacional, para comer una pizza de 5 CUP (no muy buena, pero el desayuno había sido magnífico) y para cenar fuimos a un restaurante que llevaba por nombre el año de fundación de la ciudad, 1511. Allí pagamos alrededor de 210 CUP en una comida para 3 (sobre 7'50 €, aunque al día siguiente nos enteramos que habíamos pagado casi el doble de lo que correspondía), y comimos ensalada, bistec de res, arroz, ...Una buena cena.

Otra de los puntos claves de Baracoa es la vida nocturna: no es que sea abundante, pero hay pocos viajeros y es más fácil conocer a gente, primero en un lugar tranquilo oyendo música en vivo (o del equipo de música) y despues moviéndose a un lugar más animado o al Malecón, que es más romántico. La casa de la música está bien para bailar o ver la música, y El Ranchón, una vez que se evitan a los jineteros, un buen lugar para bailar.

Al día siguiente decidimos ir dar una vuelta por la playa, y acabamos conociendo a un par de hermanos (dudo que por casualidad, aunque puede ser) con los que acabamos atravesando un largo puente encima de una bahía para llegar a un pueblo de pescadores y dirigirnos a lo alto de una pequeña loma, donde nos dieron a probar frutas típica de Baracoa y aprovecharon para vendernos artesanía. Vivían en una casa humilde, donde había unos cerdos bastante buenos y otros animales. Despues el padre de la gente que conocimos nos llevó a un mirador artesanal para ver la Punta de Maisí, la punta oriental de Cuba (dicen que se podía ver Haití en días claros, pero lo mismo dijeron cuando estabamos en Key West respecto a Cuba). Despues de eso descendimos unas rocas para llegar a la cueva del agua, donde nos pegamos un baño y descubrimos en las piedras restos prehistóricos.

El siguiente día decidimos escalar el alto del Yunque, de 700 metros. Escogimos a un hombre que nos llevaría allá, y para eso nos alquilamos unas bicicletas. Antes de llegar al parque, pasamos por la fabrica de Chocolate "Che Guevara" (la mayoría del chocolate Cubano viene de esta zona) y despues nos dirigimos a la entrada del Yunque. Allí la persona con la que habíamos tratado la excursión habló con un guía oficial, el cual decidió aceptar con la condición de repartirse el dinero (el haría la excursión de forma no oficial). Despues de eso vino una bonita subida, que vale la pena hacer. Cruzamos ríos (con el agua por la cintura), vimos campesinos que vivían en las montañas, vimos una escuela casi aislada con paneles solares, tomamos café en una casa tradicional de un guajiro, tomamos mandarinas naturales,...Todo esto mientras esquivabamos a los guías oficiales (si los encontraban, se quedaban sin trabajo; si no los encontraban se sacaban como extra el salario de un mes y medio). En la subida vimos también paisajes preciosos, animales tropicales y al llegar arriba vimos la estatua de bronce del libertador cubano Antonio Maceo. Desde allí las vistas eran increibles, y vimos Baracoa y la punta de Maisí desde una vista mucho mejor.

Si la súbida estuvo caracterizada por las veces que nos escondimos de los guías oficiales, la bajada lo fue por mis múltiples caídas, ya que mi calzado no era adecuado y la tierra estaba húmeda despues de la lluvia que nos acompañó en la súbida. Me llené de barro muchas veces y me limpie al cruzar un rio que pensabamos que nos arrastraría por su gran caudal. Llegamos al punto inicial despues andar muchisimo despues de que nos cogiera la noche y bajo una lluvia fuerte. Despues de coger las bicicletas y realizar un último esfuerzo nos dirigimos a nuestra casa particular, donde la atenta dueña nos preparó los mejores bocadillos que hemos tenido (por el hambre que teníamos) y nos lavó nuestra enfangada ropa (3 veces!).

Poco más hay que contar de Baracoa, salvo que fue para mi el mejor viaje que he tenido en la isla, posiblemente porque fue el principio. Aún así, totalmente recomendable.

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